5 Consejos de los expertos para ayudar a tu niño sensible a navegar en un mundo abrumador
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Ser una persona altamente sensible tiene muchos beneficios. A continuación, te digo cómo ayudar a tu niño/a a manejar sus sentimientos profundos de maneras en las que, además, aprenderá habilidades para enfrentar las situaciones.
Por Connie Chang / Foto: Getty Images
Una tarde, mi tres niños estaban hablando felizmente por FaceTime con su tío Iván cuando mi hijo de 4 años de repente empezó a gemir, “Me llamó carita gordita”, dijo con dificultad, entre sollozos. Eso que su tío le dijo en tono de broma afectuosa, mi hijo lo tomó como una burla mal intencionada.
Siempre ha sido difícil para mi hijo procesar las emociones fuertes. Si nos saltamos la hora de un bocadillo, él ya está rodando en el piso, insistiendo que está a punto de morir de hambre. Una discusión con su hermano por un juguete puede provocar una sesión de gritos que dura varios minutos.
Según Jadzia Jagiellowicz, doctora en medicina y fundadora de Highly Sensitive Society, hasta un 33 por ciento de la población es considerada “sensible”, lo que significa que sienten las cosas intensamente y pueden sentirse abrumados por los estímulos emocionales y físicos. La Dra. Jagiellowicz, quien ofrece servicios de salud mental para clientes de todo el mundo y realiza investigaciones sobre la neurociencia de los individuos sensibles, dice que sus cerebros son más receptivos a los estímulos entrantes y más reactivos a las señales fisiológicas (como sentirse mal del estómago o respirar rápidamente) que sus pares menos sensibles.
Por otra parte, “ser una persona sensible tiene muchos beneficios”, dice Laura Greenberg, psicoterapeuta que vive y trabaja en Canadá, “La sensibilidad nos lleva a la empatía, a la consciencia de uno mismo y a la creatividad”.
A continuación, encontrarás algunos consejos sencillos que los padres y madres pueden emplear para ayudar a los niños y niñas sensibles a navegar por un mundo ruidoso y, a veces, intimidante.
Validar y conectarse
Los niños y niñas sensibles con frecuencia sienten que sus padres y compañeros malentienden o rechazan sus reacciones emocionales. Así que, “la cosa más valiosa e influyente que puedes hacer por los niños y niñas con emociones grandes”, dice Greenberg, “es simplemente validarlos”. Ponte en sus zapatos y hazles saber que quieres conectar con ellos. En lugar de tratar de resolver su problema (“¿Qué te hace pensar que a nadie le caes bien?”), acompáñalos en sus sentimientos incómodos (“Debe haber sido muy difícil hoy cuando Bobby no quiso jugar contigo”). Al validar estos sentimientos, estás ayudando a los niños a “despertar el proceso regulador de afrontar esas emociones, calmarlas y tolerarlas”.
Conforme tus hijos van creciendo, el conectarte con ellos emocionalmente sigue siendo fundamental. Si no desarrollan las herramientas para manejar “esas emociones grandes, está el riesgo de que pudieran recurrir a otras conductas y a estrategias menos saludables para enfrentarlas”, comenta Greenberg. Estar conectada con las emociones de tus hijos significa que tú sabrás si necesitan un apoyo adicional conforme su mundo crezca y se vuelva más complicado.
Identificar y nombrar las emociones
Identificar y nombrar las emociones puede ayudar mucho a los niños a regular sus subidas y bajadas emocionales. “Enséñale a los niños palabras para nombrar los sentimientos y luego ejemplifica cómo expresar esos sentimientos de manera apropiada”, dice Michelle Harris, trabajadora social autorizada que vive y trabaja en Nueva York. “Si se cierran y se les dificulta hablar, haz esa conexión explícita por ellos sobre lo que sucedió y la emoción que están sintiendo”. Cuando tu hijo se rehúsa a comerse su sándwich, por ejemplo, porque lo cortaste en triángulos y él prefiere rectángulos, podrías decirle: “Me dí cuenta de que después de que corté tu sándwich te enojaste mucho y dejaste de hablar. ¿Me pregunto si te sientes frustrado por cómo lo corté?”
A los niños y niñas más pequeños, o niños y niñas que necesitan que los animen más para expresarse, ofréceles formas no verbales de comunicación, sugiere Harris. Dibuja sobre tarjetas caras que representen diferentes emociones (feliz, triste, enojado) y deja que tus hijos señale la tarjeta que mejor describa cómo se siente. O crea un montón de Post-its con recuadros para marcar respuestas simples (sí, no, tal vez) cuando esté demasiado abrumado para hablar pero sí pueda escribir respuestas a preguntas directas. Estos pequeños atajos de comunicación pueden zanjar la brecha entre la frustración y la comunicación.
Prepararse para todo
Los niños y niñas sensibles prosperan con la rutina y prefieren saber exactamente qué esperar. Antes del primer día de escuela, por ejemplo, trata de llevar a tu hijo/a para que conozca a la maestra y vea el salón de clases, a fin de que el ambiente le parezca más familiar de inmediato. O, caminen hasta la escuela esa primera mañana junto con un compañerito de juegos que tu hijo/a ya conozca. “Trata de mantener familiares tantas cosas como puedas e introduce los cambios gradualmente”, dice la Dra. Jagiellowicz.
Los niños y niñas que son más sensibles a veces se preocupan por lo que otros puedan pensar de ellos y eso hace que se congelen en el momento. Para combatir esto, Harris sugiere a los padres que “preparen un lenguaje que los niños puedan usar para responder en diferentes situaciones” y actúen con ellos estas situaciones hipotéticas. Colabora con tu hija/o e “inventa un conjunto de ideas como herramientas que funcionen para ella/él, ya sea, ejercicios de respiración, rasgar papel, aplastar plastilina, pisar fuerte contra el piso o hacer movimientos de animales”.
Crear límites y espacios seguros
Debido a que los niños y niñas sensibles absorben más información de su entorno y son más reactivos a este, un poco de prevención alivia un millón de males. Para los infantes, eso puede significar mantener su área de dormir muy silenciosa. La Dra. Jagiellowicz cita el ejemplo de los aficionados al café que “se van al cuarto más lejano de la casa y cierran la puerta siempre que muelen el café porque [el ruido] altera a su hijo”.
Para niños más grandes, créales oportunidades para descansar después de realizar actividades ajetreadas y estimulantes. Ayúdalos a establecer límites que les permitan procesar de modo seguro emociones difíciles. “No deberás enviarlos a la clase de hockey y luego a una fiesta de cumpleaños”, dice Greenberg, ya que ambas requieren de una alta inversión de energía emocional. Créales un espacio silencioso a donde puedan retirarse cuando regresen a casa.
Practicar la disciplina amable
Entre las características de los niños y niñas altamente sensibles está una fuerte consciencia de la hipocresía y la moralidad (“¿Es justa esta situación?” o “¿Por qué Sally no cumple lo que prometió?”). Aborda la disciplina con cuidado, “porque ellos ya van a criticarse a sí mismos si hicieron algo mal”, dice la Dra. Jagiellowicz. Comunica los límites con claridad y sin juzgar; asegúrate de que las consecuencias sean justas y que estén vinculadas con las reglas y normas de la familia. Por sobre todas las cosas, no lo vuelvas algo personal: es mejor decirle “No puedes pasar tiempo en el iPad porque aún no has terminado tu tarea”, que decirle “No tienes acceso al iPad porque eres un niño malo”.
“Los recuerdos emocionales se almacenan más profundamente [en los niños y niñas sensibles]”, comenta la Dra. Jagiellowicz. La vergüenza es particularmente tóxica. La Dra. Jagiellowicz dice que es común que sus clientes adultos “recuerden cosas de su niñez” y esos recuerdos negativos les afectan profundamente. Greenberg está de acuerdo: los niños sensibles “sienten todas sus emociones con mayor intensidad, así que probablemente sientan una vergüenza mayor”, también.
En conclusión
Como padres, nuestro primer instinto cuando nuestros niños batallan con algo es “rescatarlos de esos sentimientos desagradables”, dice Greenberg. Pero eso los perjudicaría mucho. En lugar de ello, apóyalos, sé consciente de sus necesidades emocionales y dales las habilidades para manejar los retos inevitables de la vida.
Este artículo fue originalmente publicado en Parents.com
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