¡Terminemos con los mitos del sueño infantil! Parte 2
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Mito 5: los chicos se duermen naturalmente cuando tienen sueño.
Realidad: mientras que la mayoría de nosotros nos dormimos cuando estamos exhaustos, a algunos preescolares les pasa lo contrario.
Se pasan de revoluciones, se aturden y empiezan a correr en círculos. De hecho, puede parecer que padecen del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (ADHD, por sus siglas en inglés).
Este problema suele intensificarse: cuanto más cansados están, más difícil se les hace dormirse y son más las veces que se despiertan por la noche.
Mito 6: el sueño de un preescolar no tiene nada que ver con cómo aprende o con su salud.
Realidad: la falta de sueño provoca problemas de comportamiento diurnos como tener rabietas, mal humor, agresión, impulsividad y poner resistencia a todo. La falta de sueño afecta el aprendizaje porque no pueden poner la atención necesaria, o no adquieren el conocimiento esperado o no retienen lo aprendido.
Varios estudios han demostrado una relación entre la falta de sueño y los problemas de salud. Sorprendentemente, si carecen de solamente una hora por noche de sueño cuando son preescolares, esto los puede afectar cuando entran a la escuela.
Por ejemplo, investigadores canadienses encontraron que si los preescolares duermen menos de diez horas por noche, tienen el doble de probabilidades de tener sobrepeso, sufrir de hiperactividad y de no aprobar exámenes cognitivos cuando son más grandes.
Pareciera que hay un período crítico durante los primeros años en donde si carecen del sueño necesario, esto afecta el desarrollo aun cuando logran más adelante tener mejores hábitos de sueño.
Mito 7: un televisor en el dormitorio de tu preescolar logrará que se duerma más fácilmente.
Realidad: las teles son un problema inmenso. Casi un tercio de los niños preescolares tienen un televisor en el dormitorio (y un 20 por ciento de bebés en sus cuartos). A ello se suma que casi una quinta parte de los padres utilizan la televisión o un DVD como parte de la rutina nocturna para ponerlos a dormir. Pero estos chupetes electrónicos nocturnos no son una buena idea. Los niños con televisores en sus cuartos:
• miran más televisión. (Eso significa que ven más violencia y avisos de comida chatarra.)
• se acuestan de 20 a 30 minutos más tarde que los que no los tienen.
• resisten el sueño. (Tienen más probabilidades de acostarse después de las 10 de la noche.)
• duermen menos. (Tienen más probabilidades de no poder despertarse a la mañana.)
• hacen menos ejercicio.
• sufren de más estrés psicológico y más pesadillas.
• tienen más probabilidades de tener sobrepeso y ser obesos.
• se pueden lastimar porque jalan del televisor, que se les puede caer encima.
Claro que la televisión te puede ayudar en algún momento, y hay veces que se necesita esa distracción para que puedas hacer algo sin ser interrumpida. Pero es esencial usarla con moderación (eligiendo programas como Sesame Street o vídeos de naturaleza) y de apagarla mucho antes de la hora de acostarse. Si puedes encenderla en ocasiones especiales es aún mejor, como por ejemplo, las mañanas del fin de semana, sobre todo para que les permita a los padres dormir quizás unos 30 minutos más. ¡Serán bienvenidos!
Mito 8: una luz de noche le dañará la vista a tus chicos.
Realidad: no es cierto. Generaciones de papás han utilizado luces nocturnas (de 4 vatios) en los dormitorios de sus recién nacidos. Les permite evaluar cómo están durmiendo sus bebés sin tener que encender la luz o utilizar una linterna. Además, muchos bebés se sienten más seguros cuando se despiertan a las dos de mañana y ven una luz tenue que cuando no pueden ver nada en la oscuridad absoluta.
Esta noción se propagó porque el Children’s Hospital of Philadelphia realizó un estudio en 1999 que determinó que los niños que utilizaron luces de noche sufrían de miopía. Afortunadamente, años más tarde, dos estudios desprestigiaron el original. Y se pudo comprobar que no hay vínculo entre las luces de noche y los problemas de la vista.
Foto: Hemera
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