Seis pequeños problemas de comportamiento que no deberías ignorar

 
 
 

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isolated child girl upset arms crossed on white background
Por Pamela Kramer, de Parents Magazine

1.- Interrumpir cuando estás hablando

Por qué no deberías ignorarlo: quizás tu hijo está ansioso por decirte algo o hacerte una pregunta, pero permitirle que interrumpa tus conversaciones no le enseña a ser considerado con los demás o a mantenerse ocupado mientras tú estás ocupada. “De esta manera, pensará que tiene derecho a recibir la atención de otras personas y no tolerará la frustración”, advierte el psicólogo Jerry Wyckoff, Ph.D., coautor de Getting Your Child From No to Yes.

Cómo ponerle fin: la próxima vez que estés por realizar una llamada o visitar a un amigo, dile a tu hijo que debe estar callado y no interrumpirte. Luego, dale una actividad o déjalo jugar con un juguete especial que tengas guardado. Si te tironea del brazo mientras estás hablando, señala una silla o una escalera y dile que se siente en silencio hasta que termines. Después, hazle saber que no va a obtener lo que está pidiendo cuando te interrumpe.

2.- Jugar de forma demasiado brusca

Por qué no deberías ignorarlo: sabes que tienes que involucrarte cuando tu hijo golpea a un compañero, pero no deberías desestimar acciones agresivas más sutiles, como empujar a su hermano o pellizcar a un amigo. “Si no intervienes, a los 8 años el comportamiento brusco se puede convertir en un hábito afianzado. Además, transmite el mensaje de que lastimar a las personas es algo aceptable”, informa  Michele Borba, doctora en educación y autora de Don’t Give Me That Attitude!: 24 Rude, Selfish, Insensitive Things Kids Do and How to Stop Them.

Cómo ponerle fin: confronta el comportamiento agresivo en el momento. Separa a tu hijo y repréndelo: “Has lastimado a Janey. ¿Cómo te sentirías si ella te hubiera hecho lo mismo?”. Hazle saber que cualquier acción que lastima a otra persona no está permitida. Antes de su próximo encuentro para jugar, recuérdale que no debería jugar de forma brusca, y ayúdalo a practicar qué decir si se enoja o quiere tener su turno. Si lo hace nuevamente, suspende el encuentro.

3.- Hacer de cuenta que no te escucha

Por qué no deberías ignorarlo: decirle a tu hijo dos, tres o cuatro veces que haga algo que no quiere hacer, como subir al auto o juntar sus juguetes, transmite el mensaje de que está bien no prestarte atención y que él es quien manda, y no tú. “Recordarle algo a tu hijo una y otra vez solo le enseña a esperar el próximo recordatorio en lugar de prestarte atención la primera vez que se lo dices”, afirma el psicólogo Kevin Leman, Ph.D., autor de First-Time Mom: Getting Off on the Right Foot — From Birth to First Grade. “No escucharte es una jugada ofensiva y, si permites que el comportamiento continúe, es posible que tu hijo sea desafiante y controlador”.

Cómo ponerle fin: en lugar de hablar con tu hijo desde el otro lado del cuarto, camina hasta donde está y dile lo que tiene que hacer. Haz que te mire mientras hablas y que responda diciendo: “Sí, mamá”. Tocarle el hombro, decir su nombre y apagar la televisión también puede ayudar a captar su atención. Si no hace lo que debe, puedes imponer una consecuencia.

Cuando Jack Lepkowski (6 años), de Ossining, Nueva York, comenzó a practicar la “escucha selectiva”, sus padres decidieron tomar medidas. Le dijeron que si tenían que pedirle que hiciera algo más de una vez, como sentarse a cenar o tomar un baño, podría ver solo un video ese día (generalmente se le permite ver dos) o no podría ir a un playdate esa semana. Si tenían que recordarle las cosas dos veces, se perdería dos videos o dos playdates con amigos. “Trato de no ceder porque, si no, su escucha selectiva va a continuar”, enfatiza su mamá, Lydia. “¡Esta táctica parece funcionar!”.

4.- Darse un premio a sí mismo

Por qué no deberías ignorarlo: es muy conveniente que tu hijo pueda buscar sus propios refrigerios o poner un DVD, pero dejarlo controlar las actividades que tú deberías regular no le enseña que debe seguir las reglas. “Quizás sea tierno que tu hijo de 2 años camine por la encimera para sacar galletas de la alacena, pero no lo será cuando tenga 8 años y se vaya a visitar a un amigo que vive a tres cuadras sin pedir permiso”, señala el Dr. Wyckoff.

Cómo ponerle fin: establece algunas reglas del hogar y habla con tu hijo sobre ellas a menudo (“Tienes que preguntar si puedes comer dulces porque esa es la regla”). Si tu hijo enciende el televisor sin permiso, por ejemplo, pídele que lo apague y dile: “Debes preguntarme antes de encender el televisor”. Decir la regla en voz alta lo ayudará a interiorizarla.

Cuando Sloan Ibáñez (3 años) tomó algunos marcadores sin preguntar y se pintó completamente uno de los brazos de color amarillo, su mamá, Tanzy, le dijo que no iba a poder ayudarla a pintar un letrero de venta de garaje esa tarde. “Lloró, pero yo sabía que tenía que cortarlo de raíz o luego iba a pagar el precio, porque lo volvería a hacer”, cuenta la Sra. Ibáñez, de Lewiston, Texas.

5.- Tener una actitud desafiante

Por qué no deberías ignorarlo: quizás piensas que tu hijo no va a poner los ojos en blanco o usar un tono irrespetuoso hasta que llegue a la preadolescencia, pero el comportamiento insolente generalmente comienza cuando los niños de preescolar imitan a niños más grandes para ver la reacción de sus padres. “Algunos padres lo ignoran porque piensan que es una fase pasajera pero, si no lo confrontas, es posible que te encuentres con que tienes un niño de tercer grado que es irrespetuoso y tiene problemas para hacer y mantener amigos o para llevarse bien con los maestros y otros adultos”, asegura la Dra. Borba.

Cómo ponerle fin: haz que tu hijo sea consciente de su comportamiento. Dile, por ejemplo: “Cuando pones los ojos en blanco, parece que no te gustara lo que te estoy diciendo”. La idea no es hacer que tu hijo se sienta mal, sino mostrarle cómo se ve o cómo suena. Si el comportamiento continúa, puedes negarte a interactuar y alejarte. Dile: “Mis oídos no te escuchan cuando me hablas de ese modo. Cuando estés listo para hablarme bien, te escucharé”.

6.- Exagerar la verdad

Por qué no deberías ignorarlo: es posible que no te parezca muy grave si tu hijo dice que hizo la cama cuando solo estiró las cobijas, o si le cuenta a un amigo que ha ido a Walt Disney World cuando nunca se ha subido a un avión, pero es importante confrontar cualquier tipo de falta de honestidad inmediatamente. “Mentir puede volverse automático si tu hijo aprende que es una forma fácil de mejorar su imagen, de evitar hacer algo que no quiere hacer o de eludir meterse en problemas por algo que ha hecho”, explica el Dr. Wyckoff.

Cómo ponerle fin: cuando tu hijo diga una mentira, siéntate con él y pon las cosas en claro. Dile: “Sería divertido ir a Disney World, y quizás algún día podamos ir, pero no deberías decirle a Ben que has ido cuando en realidad no lo has hecho”. Hazle saber que si no dice siempre la verdad, las personas no van a creer lo que dice. Presta atención a su motivación para mentir, y asegúrate de que no logre su objetivo. Por ejemplo, si dice que se cepilló los dientes cuando en realidad no lo hizo, dile que vaya y se los cepille. Cuando Sophia Hohlbaum (5 años) empezó a exagerar la verdad, su mamá Christine le contó el cuento El pastor y el lobo, en el que un niño que mentía grita pidiendo ayuda de verdad y los demás lo ignoran. “Contar cuentos ayuda a los niños a ver el problema desde afuera”, informa Hohlbaum, autora de Diary of a Mother: Parenting Stories and Other Stuff. “Ahora Sophia es muy sincera conmigo y se ofende si no le creo”.

Todo el contenido que se presenta aquí, incluso el consejo de médicos y otros profesionales, debe considerarse solo una opinión. Cuando tengas cualquier pregunta o problema relacionado con tu salud o la de otros, busca el consejo directo de tu propio médico.

 

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