La ansiedad de la primera semana escolar y cómo aplacarla
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Una semana después de haber empezado la escuela, ahora ya en primer grado, mi niña parece sentirse contenta y poco a poco más segura de que “todo irá bien” en su nuevo año en el colegio. Tras haber estado llena de preguntas en los días previos a la vuelta a las clases –quién será la nueva profe, cuán difícil serán las cosas que tendremos que aprender, quiénes serán mis nuevos compañeros y, esencialmente, cómo la pasaré– a Emilie la veo tranquila, curiosa y dispuesta a compartir sus experiencias en el cole (aunque a su edad, y les pasa seguro a muchos padres, a veces hay que extraer, con cucharita, explicaciones detalladas que van mas allá de “bien,” “muy bien,” “divertido,” “no tan divertido,” “no recuerdo mucho”) La experiencia de la primera semana, el hecho de superar una cierta y comprensible ansiedad inicial, ha sido importante no sólo para ella sino también para mí. He recordado que yo muchas veces he sentido sensaciones similares frente al cambio (un nuevo trabajo, una nueva ciudad, un nuevo reto profesional); y a raíz de ello me he puesto a pensar en cuáles son las mejores maneras de ayudar a mi hija a superar el sentimiento natural de inquietud frente a una nueva etapa. Así, he elaborado una lista mental que quisiera compartir contigo y que quizá puede ayudarte a aplacar la ansiedad de la primera semana (o semanas) de tu hijo en la escuela. Aquí algunas sugerencias:
- No minimices los sentimientos de tu niño: a los niños les puede resultar estresante algo que a un adulto quizás no le afectaría de modo significativo. Por ejemplo, el hecho de estar en un nuevo espacio físico, o el hecho de que sus amiguitos del grado escolar previo ya no están en su mismo salón de clases. Escucha con empatía cuando habla de todo aquello que “extraña”.
- Dialoga sobre los aspectos positivos del cambio: es cierto que los cambios a veces pueden generar ansiedad pero enséñale a tu niño a apreciar, poco a poco, los beneficios y lindas sorpresas que puede traer un nuevo año de escuela. Habla de los nuevos amigos que puede hacer, de las nuevas actividades a las que puede tener acceso (clubes escolares destinados a niños de su edad, por ejemplo) y de lo que puede lograr gracias al aprendizaje de nuevas materias y contenidos.
- Apóyalo académicamente en casa: una de las sensaciones más abrumadoras para los niños puede ser la de “no saber.” No saber restar, no saber sumar, no saber leer, no saber comunicar una pregunta, etc. “No saber” es normal mientras uno va aprendiendo los contenidos nuevos pero si la sensación persiste más de lo debido hay que buscar cómo resolver el problema. Observa cuáles son los contenidos educativos que tu hijo necesita reforzar o practicar más, habla con el maestro y establece una rutina en casa para que tenga oportunidad de mejorar sus habilidades. La práctica hace que un niño no sólo aprenda sino que se sienta más confiado ante una materia. Pon atención a este aspecto desde el primer día y no dejes que las dificultades académicas avancen.
- Dale descanso pleno y una buena nutrición: por experiencia propia sé que uno de los más difíciles retos de los padres es retornar a una rutina saludable de sueño y alimentación, después de las vacaciones. Si en el verano no miramos casi el reloj, ahora que las clases empiezan es fundamental proveer al niño de las horas de sueño necesarias y, además, alimentarlo saludablemente. El desayuno es fundamental y muchas veces el niño, porque se ha levantado tarde y está cansado, no tiene interés ni tiempo para comer. La planificación aquí es clave, tanto en cuestiones de menú como de organización de tu tiempo en las mañanas.
- Sean puntuales: uno de los recursos más efectivos para aplacar la ansiedad es llegar temprano a clase y recoger al niño de la escuela a tiempo (de modo que no espere, nervioso, a ver cuándo aparece mamá). Si un niño llega temprano, empezará su día sin apresuramiento, tendrá tiempo de despedirse de sus padres y seguirá la rutina establecida por el maestro, de modo que no experimente esa sensación de estar “perdido” o fuera de lugar, sin saber en qué anda el resto de la clase.
Foto: Adam Crowley
Paola Cairo es una periodista que nació y creció en el Perú. Actualmente vive en Texas con su familia. Para conocerla más visita su blog Con Ojos de Mamá.
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