Más de 10 maneras de calmar las rabietas de tu hijo

 
 
 

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Child Screaming and Throwing a Fit Isolated on White

Por Shaun Dreisbach de American Baby

1.- Cuando tu hijo está en el medio de una rabieta, puede ser difícil controlarte para no entrar en crisis tú también.

“Las crisis son terribles y desagradables, pero son parte de la niñez”, reconoce Ray Levy, PhD, psicólogo clínico de Dallas y coautor de Try and Make Me! Simple Strategies That Turn Off the Tantrums and Create Cooperation. “Los niños pequeños, especialmente aquellos que Más de 10 tienen entre 1 y 4 años, aún no han desarrollado habilidades para enfrentar problemas. Por ello, tienden a perder el control”. ¿Y qué es exactamente lo que los hace reaccionar así? Cada rabieta, agrega Levy, es el resultado de una sola cosa: no obtener lo que quieren. “Para los niños entre 1 y 2 años, las rabietas generalmente se originan al intentar comunicar una necesidad –más leche, un cambio de pañal, ese juguete– sin tener las habilidades del lenguaje necesarias”, aclara Levy. “Se frustran cuando tú no respondes a lo que están ‘diciendo’ y tienen una rabieta”. En los niños un poco más grandes, las rabietas son más una lucha de poder. “Cuando los niños tienen 3 o 4 años, ya son más autónomos”, enfatiza Levy. “Son profundamente conscientes de sus necesidades y deseos, y quieren afirmarlos aún más. ¿Y si no accedes? Se viene la rabieta”.
Entonces, ¿cómo puedes poner fin a estos exabruptos? A continuación, encontrarás más de 10 remedios para las rabietas, recomendados tanto por expertos en crianza como por otras madres.

2.- Ignorar al niño

La razón por la cual esto funciona es fascinante: “Durante una rabieta, tu hijo literalmente no está en sus cabales. Sus emociones toman el control y anulan la corteza frontal del cerebro, el área que toma las decisiones y hace valoraciones”, destaca Jay Hoecker, pediatra de Rochester, Minnesota. “Por eso es que el razonamiento no ayuda: la parte de su cerebro que razona no está funcionando”. Alan Kazdin, PhD, autor de The Kazdin Method for Parenting the Defiant Child, hace una comparación: “Si te encuentras en una situación en la que alguien se está ahogando, no puedes enseñarle a nadar; lo mismo sucede con las rabietas. No hay nada que puedas hacer en ese momento para mejorar la situación. De hecho, casi todo lo que intentes la empeorará. Cuando se calme, podrás hablar”.

3.- Darle espacio al niño

“A veces el niño simplemente necesita exteriorizar su enojo. ¡Déjalo!”, asevera Linda Pearson, enfermera especializada y autora de The Discipline Miracle. Solo asegúrate de que no haya nada cerca con lo que se pueda lastimar. “Creo mucho en este método porque ayuda a los niños a aprender cómo descargarse de un modo no destructivo. Pueden exteriorizar sus sentimientos, reponerse y volver a tener control sobre sí mismos sin tener una competencia de gritos o una lucha de voluntades contigo”. Este truco puede funcionar por sí solo o combinado con la parte de ignorar al niño.

4.- Crear una distracción

Esto se refiere a realizar un cambio mental: lograr que tu hijo se interese y haga otra cosa para que se olvide de la crisis. “Mi bolso está lleno de todo tipo de distracciones, como juguetes que hace mucho que mis hijos no ven, libros y refrigerios deliciosos”, confiesa Alisa Fitzgerald, mamá de dos niños, de Boxford, Massachusetts. Cuando les da una rabieta, los saca de su bolso, de a uno, hasta que algo llame la atención del niño. “La distracción también puede detener una crisis extrema antes de que suceda, si la detectas a tiempo”, concluye. Si tu hijo está a punto de perder los estribos en el supermercado porque no le quieres comprar el cereal bañado de azúcar, intenta cambiar de tema rápidamente y decir algo con entusiasmo, como: “Oye, necesitamos helado. ¿Quieres ayudarme a elegir un sabor?” o “¡Ah, mira el tanque de las langostas!”. Levy explica: “Los niños tienen períodos de atención muy cortos, lo que significa que, en general, es fácil distraerlos. Y siempre ayuda si parece que estás muy entusiasmado cuando los distraes. Dejan de concentrarse en la crisis y pasan a otra cosa mucho más rápido”. Fitzgerald concuerda: “Tienes que canalizar tu actriz interior y ser una artista, ¡con accesorios y todo!”.

5.- Disciplinar sin dar nalgadas

La próxima vez que sientas la necesidad de darle una nalgada, respira profundo y considera qué es lo que quieres que tu hijo aprenda. Mira este video con más consejos sobre cómo disciplinar a tu hijo.

6.- Averiguar qué es lo que en realidad frustra a tu hijo

Este truco es para rabietas en niños menores de 2 años y medio, aclara el Dr. Hoecker. “Generalmente, los niños de esta edad tienen un vocabulario de aproximadamente 50 palabras y no pueden combinar más de dos a la vez. Su comunicación es limitada, pero aun así tienen pensamientos, deseos y necesidades que deben ser satisfechas. Cuando tú no entiendes el mensaje o lo interpretas mal, pierden el control para liberar su frustración”. Una solución, advierte, es el lenguaje de señas. Enseñarle a tu hijo a hacer señas de algunas palabras –como ‘más’, ‘comida’, ‘leche’ y ‘cansado’– puede lograr maravillas.
Otro enfoque es generar empatía con tu hijo, lo que ayuda a controlar un poco la rabieta, y luego actuar como un detective. “Mi hija de 22 meses tiene rabietas que pueden durar mucho, ¡hasta 20 minutos!”, relata Melanie Pelosi, mamá de tres niños, de West Windsor, Nueva Jersey. “Le enseñamos algunas palabras en lenguaje de señas, pero si quiere una película, por ejemplo, no sabe cómo pedirla y entra en crisis de todas formas. Entonces le digo ‘Muéstrame lo que quieres’, y espero a que lo señale. No siempre es obvio, pero con tiempo y práctica empiezas a comunicarte mejor. Si señala a su hermano mayor, por ejemplo, generalmente significa que él le ha sacado algo, y puedo pedirle que se lo devuelva. ¡No sabes la cantidad de rabietas terribles y largas que hemos evitado con esto!”.

7.- Abrazos

“Quizás esto sea lo último que quieres hacer cuando tu hijo está enloquecido, pero realmente puede ayudar a calmarlo”, remarca Levy. “Me refiero a un abrazo grande y firme, no un abrazo supercariñoso. Y, cuando lo hagas, no digas ni una palabra para evitar entrar en una lucha inútil de voluntades. Los abrazos hacen que los niños se sientan seguros y les hacen saber que te preocupas por ellos, aun cuando no estés de acuerdo con su comportamiento”. Cartwright Holecko, de Neenah, Wisconsin, ha comprobado la utilidad de los abrazos: “Creo que a veces solo necesitan un lugar seguro para expresar sus emociones”.

8.- Ofrecer comida o sugerir un poco de descanso y relajación

“Estar cansado y hambriento son los principales desencadenantes de rabietas”, analiza Levy. Físicamente, el niño ya se encuentra al borde, por lo que no necesita demasiada emoción para estallar. “A menudo, se acercan los padres para preguntarme por qué su hijo tiene crisis a diario. Y resulta ser que suceden a la misma hora todos los días: antes del almuerzo o la hora de la siesta y temprano a la noche. ¡No es una coincidencia! Mi consejo: dale comida, agua y déjalo descansar, ya sea que vaya a la cama o que mire un poco de televisión”. Piensa qué tan malhumorado te pones cuando no duermes lo suficiente o cuando el nivel de azúcar en sangre disminuye, compara. Con los niños pequeños, que necesitan más comida y descanso, el efecto es diez veces mayor.

9.- Dar un incentivo al niño para que se comporte

Ciertas situaciones son difíciles para los niños. Quizás sea sentarse durante una larga comida en un restaurante o quedarse callado en la iglesia. Independientemente del detonante, el truco es este: “Se trata de reconocer cuándo estás pidiendo demasiado de tu hijo y de ofrecerle un pequeño soborno preventivo”, resume Pearson. “Mientras están camino al restaurante, por ejemplo, dile: ‘Alex, mamá quiere que te sientes bien y comas la comida esta noche. ¡Yo creo que puedes hacerlo! Y si puedes comportarte, cuando volvamos a casa, te dejaré mirar un video’”. Pearson opina que este tipo de soborno está bien, siempre y cuando lo hagas con tus propios términos y antes de tiempo, y no bajo presión en medio de una rabieta. Si tu hijo empieza a perder los estribos en algún momento, recuérdale el “premio” del que hablaron. “Es increíble cómo esto hace que se calme inmediatamente”, reitera Pearson.

10.- Hablar con calma

Esto es importante, y es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Pero los expertos insisten en que debes mantener la calma durante la rabieta del niño. “De otro modo, entran en una lucha de poder y el conflicto empeora. Además, parte de la razón por la cual los niños utilizan las rabietas es para llamar la atención”, recuerda el Dr. Hoecker. “No les importa si es una atención positiva o negativa. Lo único que les importa es que les prestes el 100% de tu atención”. Levy concuerda y agrega: “Hablar con una voz suave le muestra a tu hijo que no dejarás que su comportamiento te afecte. También te ayuda a estar relajado, cuando en realidad lo que quieres es gritarle. De hecho, el tono calmado sirve tanto para el padre como para el hijo. Si estás tenso, el niño lo notará y la rabieta será mucho peor”.

11.- Reírse

Todos los padres temen las rabietas en público por razones obvias. Te preocupa que otros padres piensen que eres una mala madre, que has criado a un hijo del demonio que está fuera de control. Pero eso, alerta Kazdin, puede tentarte a tomar decisiones que solo causan más rabietas. “Los niños son inteligentes, aun cuando sean muy pequeños”, asegura. “Si te enojas, te estresas o cedes y lo dejas salirse con la suya solo para ponerle fin a la crisis antes de que más personas los miren, aprenderá que eso funciona”. La mejor opción, sintetiza Kazdin, es aguantarse, pintarse una sonrisa de Mona Lisa en la cara y pretender que todo está perfecto. ¿Y qué piensan los demás? “A través de estudios, sabemos que lo único que las personas juzgan es tu reacción frente a la crisis”, revela Levy. “Si estás calmada y parece que tienes todo bajo control –sí, aun cuando no estés haciendo nada para ponerle fin a la rabieta– piensan que eres una buena mamá”.

12.- Salir del lugar

Alejar a los niños del lugar de la rabieta puede hacer que se les pase. “También es una buena estrategia cuando estás fuera del hogar”, recomienda Levy. “Si tu hijo empieza a tener una crisis por un juguete o un dulce que quiere, álzalo y llévalo afuera o a un área diferente de la tienda hasta que se calme. Cambiar el lugar realmente puede cambiar el comportamiento”.

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