Los riesgos de “comprar” la buena conducta de tu niño

 
 
 

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Una mañana reciente, mientras le ponía protector solar a mi niña, decidí que aquel era uno de mis grandes triunfos como mamá. Trás meses tratando de persuadir a Emilie sobre la necesidad de usar protector solar bajo el inclemente sol tejano, la niña finalmente comprendió y aceptó la idea y, aun más, me ayudó a colocarle la crema en el cuerpo y la cara. ¡Casi un milagro!

El episodio me hizo pensar en todas esas ocasiones en que, debido a lo difícil que puede resultar enseñarle a los hijos ciertas reglas o conceptos, los padres tenemos la tentación de “comprar” la conducta del niño, sea con un dulce, con un juguete o con unas horas extras de televisión.  Yo, por ejemplo, podría haberme ahorrado muchas mañanas de persecusiones y llantos (de la niña) si es que, a cambio de dejarse poner la crema protectora, le hubiera ofrecido comprarle sus chocolates favoritos.

Elegí, sin embargo, el camino más largo y trabajoso. El camino de la enseñanza y de la persuasión en base a razones lógicas; nada que ver con premios. Le expliqué a Emilie que todas las pecas que tengo en la espalda se deben a que casi nunca usé protector solar. Le conté que ahora veo anualmente a un dermatólogo para asegurarme de que mi piel está sana. Le prometí que no le iba a entrar gota de crema en los ojos. Traté de hacer del asunto algo divertido (“¡ahora tú ponme bloqueador en la nariz, hija!) y en el camino, lo confieso, varias veces imaginé lo fácil que sería todo con un helado o caramelo de por medio.

¿Por qué me resistí entonces a la tentación de usar el popular sistema de premios? Porque estoy convencida de que no hay nada más positivo para un niño que contar con la motivación interior para hacer las cosas que debe hacer, en este caso, cuidarse a sí mismo. No hay nada más gratificante y esperanzador, como mamá, que ver que tu hijo poco a poco desarrolla la capacidad de respetar reglas o seguir instrucciones de sus padres, sin esperar un “premio” a cambio de su buena conducta. Lo hice porque ése es el tipo de libertad que quiero darle a mi hija: quiero que actúe libre de manipulaciones, libre de conductas egoístas (“hago esto pero sólo si me das”) y libre de la necesidad de recibir un objeto material cada vez que hace algo constructivo.

Como mamá, algo que voy aprendiendo es que nunca es demasiado temprano para sembrar en los hijos este tipo de semillas. Semillas que tienen que ver con la capacidad interna de saber qué es lo que se debe o no se debe hacer. Qué es bueno y qué es dañino para uno mismo. Quien lo diría…¡toda una lección de vida en un tubo de bloqueador solar!

Paola Cairo es una periodista que nació y creció en el Perú. Actualmente vive en Texas con su familia. Para conocerla más visita su blog Con Ojos de Mamá.

Foto: Digital Vision.

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