Cuidado con el frío y la nieve

 
 
 

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Algunas de las actividades favoritas de las familias durante los largos meses del invierno son esquiar o montar en trineo. En ambos casos se puede pasar largos ratos en la nieve, expuestos al frío y la humedad. Incluso cuando están bien abrigados, los niños tienen más probabilidades que los adultos de padecer congelaciones porque pierden calor más rápido y porque suelen ser más reticentes a dejar de jugar al aire libre en los días de invierno.

Las congelaciones son partes de tejido corporal que se congelan. También son conocidas como “quemaduras por frío” y generalmente afectan sólo a la piel, pero pueden ser más profundas y causar lesiones permanentes del tejido corporal.

En el caso de los niños, lo mejor es abrigarlos con múltiples capas de ropa, asegurar que hagan intervalos regulares en un lugar calefaccionado y enseñarles a detectar los signos de principio de congelación que afectan las partes del cuerpo más expuestas al frío, como los pómulos, la nariz, las orejas y los dedos de manos y pies. El área afectada normalmente se pone roja y se pierde la sensibilidad, como si estuviera dormida o anestesiada.

Si esto ocurre, lleva a su hijo de inmediato a un lugar cálido. Quítale la ropa mojada o húmeda y sumerje las partes afectadas en agua tibia durante 20 minutos o hasta que recupere la sensibilidad. No permitas que tu hijo controle la temperatura del agua durante el proceso. Una mano insensible por un principio de congelación no nota el calor y podría sufrir graves quemaduras al sumergirse en agua demasiado caliente.

 

Foto: iStockphoto

 

 

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