¿El niño no quiere dormir? Un libro puede hacer milagros

 
 
 

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En busca de la fórmula ideal para que mi niña duerma, lo he probado casi todo. Cuando Emilie era una bebé traté de dormirla en brazos, la arrullé en la silla mecedora y muchas veces, agotada, dejé que conciliara el sueño en mi cama para luego -de puntillas en medio de la noche- trasladarla a su cuna.

Una vez que Emilie dejó la cuna y se instaló en su flamante cama twin size las cosas mejoraron . . . pero sólo por un tiempo. La niña empezó a tener pesadillas y cuando no tuvo pesadillas (ahora, felizmente, casi han desaparecido) el miedo a la oscuridad empezó a robarle el sueño a ella . . . y también a nosotros, sus padres.

En medio de “negociaciones” para evitar que Emi durmiera en nuestra cama hemos probado a usar night lights, relajante música clásica y también hemos acordado, tras el diario momento de la lectura, dejar una lámpara encendida en su baño, durante la noche. Todo esto ha funcionado siempre y cuando mamá o papá permanecieron sentados en un pequeño sofá y sin salir de la habitación, hasta que la niña cerrara los ojos… ¡no vaya a ser que un monstruo nocturno apareciera en el cuarto! Tras meses (¿año y medio?) de pasar 20 ó 30 minutos, cada noche, sentada en aquel pequeño sofá –sea leyendo la corrrespondencia o mirando ansiosamente el reloj– decidí probar un nuevo recurso.

Una noche reciente, cuando Emilie empezaba a contarme una vez más sobre su temor a la oscuridad, le ofrecí un par de libros y le sugerí que les diera una mirada. Para mi asombro la niña se quedó tranquila, dispuesta a ojear los libros con gran curiosidad y sin reclamar la presencia de su mami. Ahora Emi ya no me pide que permanezca en su habitación mientras ella concilia el sueño y, lo más importante, la veo contenta antes de caer en brazos de Morfeo. No puedo asegurar que este método funcione en todo hogar donde hay un niño al que le cuesta dormir pero sí puedo compartir lo que en casa está dando resultados. Con un libro en la mano, Emilie parece olvidarse de sus miedos, dejar a un lado pensamientos negativos y relajar el cuerpo y la mente. La niña disfruta mucho de las imágenes y de los textos (está en kinder y está aprendiendo a leer velozmente) y hace unas noches escuché detrás de la puerta cómo es que ella le iba narrando las historias del libro de turno, a los cuatro muñecos de peluche que duermen junto a ella.

Si te animas a probar el método del libro, elige uno con ilustraciones divertidas y textos cortos. Quizás puedes darle al niño uno de los libros que tu misma le leíste antes de dormir. Quizás puedes dejar que el peque elija qué libro llevarse a la cama. Eso sí, no permitas que la cama se llene de libros. ¡No vaya a ser que te levantes a medianoche y descubras que tu pequeño lector sigue despierto!

Paola Cairo es una periodista que nació y creció en el Perú. Actualmente vive en Texas con su familia. Para conocerla más visita su blog Con Ojos de Mamá.

Foto: Comstock Images

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