El efecto negativo de las tareas escolares
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La semana pasada, con motivo de los exámenes anuales de nivel en Nueva Jersey, ninguno de mis dos hijos trajo deberes escolares a casa. Al principio no pensé demasiado en el tema y nuestra rutina continuó sin grandes cambios. Sin embargo, entrada la semana me di cuenta de que en mi casa reinaba una extraña tranquilidad. Mis hijos volvían contentos de la escuela, se levantaban de buen humor por la mañana e incluso estaban mejor predispuestos a ayudar en las tareas de la casa. Me tomó tiempo darme cuenta del origen de semejante cambio, pero llegué a la conclusión de que al desaparecer la presión que significa sentarse a estudiar y hacer deberes escolares todas las tardes, mis hijos se sintieron liberados, aunque fuera sólo por unos días. Muchos padres coinciden en que los deberes escolares son importantes y necesarios para reforzar lo aprendido en el aula. Sin embargo, el exceso de éstos puede tener un efecto sumamente negativo en la conducta de los niños. Estoy segura de que no soy la única madre que ha pasado tardes enteras sentada en la mesa de la cocina tratando de superar las peleas y las lágrimas para poder terminar la tarea antes de la cena. Y cuántos padres se quedan despiertos hasta tarde ayudando a sus hijos a finalizar algún proyecto escolar. Después de cinco días de tranquilidad, sin lágrimas ni peleas, me di cuenta de lo importante que es encontrar un equilibrio que permita a nuestros hijos aprender con placer y no pensar que la escuela o los estudios son un castigo divino al que están condenados hasta el día de su graduación.
Foto: iStockphoto
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