El dilema del preescolar

 
 
 

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Llegó el momento de inscribir a mi hija en el preescolar, pero nunca me imaginé que sería una tarea tan estresante. Sin embargo, siento que esta decisión podría cambiarle el curso de su vida. No, no estoy loca. Muchos académicos y padres que ya han pasado por esta experiencia corroboran su importancia.

Como toda mamá, quiero lo mejor para mi hija, pero el preescolar es un concepto que me cuesta comprender. Además, el tema de la educación temprana es un debate que tienen muchas madres y expertos en todo el país. A nivel político, se busca cerrar la brecha de desarrollo entre los que tienen más y los que tienen menos. Es una idea loable, pero hoy la realidad es otra. No hay una legislación única para todos los estados, por lo que son pocos los que subsidian la educación preescolar con fondos públicos. Por lo tanto, la vasta mayoría de padres se ven en la necesidad de tener que pagarla de su bolsillo, y lo peor es que es costosísima porque se parte de la base de que hoy un niño de 3 ó 4 años debe saber hacer más cosas que hace dos décadas.

Don Owens, director de asuntos públicos de la National Association for Education of Young Children (naeyc.org), sostiene que la escuela no es la misma que cuando nosotros crecíamos. “Antes, el jardín de infantes servía para preparar a los niños para la escuela, pero hoy pasó a ser la escuela. Por eso es importante que los chicos reciban algún tipo de preparación antes de comenzar,” explica. Además, muchos colegios esperan que los niños de cinco años ya puedan leer y hasta escribir sus nombres, destrezas todas que se aprenden en el preescolar. Pero éste no es el único problema: hoy hay más chicos que preescolares que los puedan aceptar.

Comencé a entender este debate al intentar inscribir a mi hija, Isabella, en preescolar para que empiece en septiembre por unas horas cada día, ya que para ese entonces tendrá 3 años. Hice una lista de las escuelas que me parecían adecuadas y llamé a todas. Para mi gran sorpresa, ninguna tenía cupo para septiembre. Todas me dijeron que ya era demasiado tarde para inscribirla y que me podían poner en una lista de espera. Afortunadamente, encontré un preescolar donde aún no han inscrito a los chicos para septiembre.

La directora me dio una única fecha de inscripción para marzo y con un guiño me dijo que se apunta a los niños por orden de llegada, y que muchos padres llegan en la madrugada para asegurarse un lugar prioritario en la fila y en la institución. Me pregunto si el nivel académico de Isabella podría sufrir si no entrara a un preescolar a los tres años. Todavía no estoy convencida, pero tampoco quiero comprobarlo. Yo comencé el jardín de infantes a los cinco años y me eduqué sin problemas. Pero aunque siento que me estoy dejando presionar por una cultura educacional excesivamente competitiva, creo que no me quedará más remedio que ir a la escuela en ese único día de inscripción a las cuatro por la mañana para ver si lo logro. ¡Realmente delirante!

Foto: Thinkstock Images

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