Cómo saber si se trata de una infección del oído
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¿Qué tan comunes son las infecciones del oído?
Hace poco noté que mi hijo de 8 meses se tiraba de la oreja derecha. Eso, combinado con un mal humor poco usual, me llamó la atención. ¿Le estaban saliendo los dientes? ¿Acababa de descubrir su oreja? ¿O me estaba queriendo decir que tenía una infección en el oído? Se estaba recuperando de un resfriado, así que decidí llamar al consultorio del pediatra. La enfermera me sugirió que lo llevara para que le revisaran los oídos. El veredicto: ¡no era una infección del oído! Aunque me sentí aliviada, el incidente me hizo pensar. ¿Tengo que llevarlo al consultorio cada vez que se tire de la oreja? Me parecía un poco extremo. Pero, ¿y si me relajaba demasiado y no me daba cuenta de que tenía una infección real? Decidí que era hora de aprender un poco más sobre esta enfermedad infantil frecuente. Esto es lo que averigüé.
“Junto con el resfriado común, las infecciones del oído son las enfermedades más frecuentes en los niños”, anuncia Margaretha Casselbrant, MD, PhD, jefa de la división de otorrinolaringología pediátrica del Hospital de Niños de Pittsburgh. La realidad es que más del 80 % de los niños será diagnosticado con una infección del oído antes de su tercer cumpleaños, casi la mitad de estos niños habrá sufrido tres o más infecciones antes de los 3 años, y las infecciones del oído son más frecuentes entre los 6 y los 24 meses.
¿Por qué los niños son más propensos a las infecciones del oído?
Primero una explicación rápida: las infecciones del oído ocurren cuando queda líquido atrapado en el oído medio (un espacio lleno de aire que se encuentra detrás del tímpano) y se infecta con bacterias o virus. Es más probable que esto suceda cuando se bloquea la trompa de Eustaquio (un conducto angosto que conecta la garganta con el oído medio). Generalmente, este bloqueo es ocasionado por la hinchazón o la congestión producidas por un resfriado, razón por la cual la infección del oído suele desarrollarse después de un resfriado. Las alergias también pueden ocasionar inflamación y obstruir las trompas de Eustaquio.
La anatomía también es un factor. Las trompas de Eustaquio de un niño son más cortas, menos inclinadas y más flexibles que las de los adultos, lo que significa que es más probable que tanto el líquido como los gérmenes queden atrapados en el oído medio. Además, el sistema inmunitario del niño aún está en desarrollo, por lo que le es más difícil defenderse de virus y bacterias.
¿Cómo pueden los padres identificar una infección del oído?
Debido a que los bebés y los niños pequeños todavía no tienen las habilidades de lenguaje para hacerte saber cómo se sienten, detectar una infección del oído es especialmente difícil. “Los niños más grandes se acercan y te dicen ‘Me duele el oído’”, comenta Max M. April, MD, jefe del comité sobre otorrinolaringología pediátrica de la Academia Estadounidense de Otorrinolaringología – Cirugía de Cabeza y Cuello. “Obviamente un bebé no puede hacer eso”. ¿Qué pueden hacer los padres para estar atentos? “En general, la fiebre de más de 102 °F es uno de los indicadores de infección del oído en un niño que no habla”, alerta el Dr. April. Que se tire de la oreja no es una señal confiable, pero las infecciones del oído son dolorosas, por lo que las lágrimas de tu hijo o una mayor irritabilidad pueden ser síntomas. Además, si tu bebé se molesta más cuando está acostado, es posible que se trate de una infección del oído, ya que esta posición pone presión sobre las trompas de Eustaquio. Otros indicadores de una infección del oído pueden ser la dificultad para dormir, menos apetito, vómitos o diarrea. Y puedes notar que tu hijo no escucha bien: es posible que no responda a los sonidos que tiene alrededor como lo haría habitualmente, por ejemplo. No te preocupes, esto se normalizará una vez que se cure de la infección y no tenga más líquido en el oído.
Una señal de alarma definitiva: si sale líquido o pus de la oreja de tu hijo. Esto puede significar un tímpano perforado, una afección que se puede presentar si el líquido del oído medio pone tanta presión sobre el tímpano que lo hace estallar. Aunque un tímpano perforado suena aterrador y puede ser muy doloroso para tu hijo, el agujero no es grave y generalmente se cura solo.
¿Se necesitan antibióticos para las infecciones del oído?
Aunque con frecuencia se utilizan antibióticos para tratar las infecciones del oído, la postura más moderna es que los médicos no necesitan prescribir una receta de inmediato. En algunos casos, observar y esperar puede ser más apropiado. “La ciencia nos indica que el 80 % de las veces los niños se curarán sin antibióticos”, destaca Ellen M. Friedman, MD y autora de My ear hurts! A Complete Guide to Understanding and Treating Your Child’s Ear Infections (Fireside). Esto sucede porque un tercio de las infecciones del oído son ocasionadas por virus, que no responden a los antibióticos. Y algunas de las infecciones ocasionadas por bacterias mejorarán por sí solas. “Es más, es posible que las dosis repetidas de antibióticos, que pueden ser innecesarias, generen el desarrollo de bacterias resistentes, que es otro gran problema”, advierte la Dra. Friedman.
Que tu hijo tome o no antibióticos depende de varios factores, como su edad y la gravedad de los síntomas. Es frecuente recetar antibióticos para bebés y niños pequeños con una infección del oído. “Con los niños menores de 2 años, casi todos están de acuerdo en recetar antibióticos”, afirma el Dr. April. “Los niños de esa edad no tienen las herramientas de lenguaje suficientes para decirte ‘Me duele mucho el oído. Está cada vez peor’. Además, son más propensos a tener complicaciones por infecciones del oído, como pérdida de audición y otros problemas menos frecuentes”.
Para los niños de más de 2 años, observar y esperar es una opción si los síntomas son leves y si el médico no está seguro de que sea una infección de oído. Por ello, si tu hijo en edad preescolar está sano, no tiene fiebre elevada y no se irrita fácilmente, y si son una familia que definitivamente regresará a una cita de control, tu médico puede decidir esperar entre 48 y 72 horas para ver si el problema mejora solo, explica la Dra. Friedman. La Dra. Casselbrant agrega: “Tu hijo no tiene que volver a la normalidad en dos o tres días, pero sus síntomas deberían mejorar”. Si no han mejorado, tu médico te pedirá que regreses o simplemente te recetará antibióticos.
Ya sea que tu hijo finalmente tome o no antibióticos, es probable que su pediatra programe una cita de seguimiento varias semanas después para asegurarse de que la infección ha desaparecido. En la mayoría de los casos, la infección del oído habrá desaparecido y tu hijo saldrá ileso. Sin embargo, para los niños que tienen infecciones de oído recurrentes, es posible que tu médico recomiende que veas a un especialista, es decir, a un otorrinolaringólogo. Este médico especialista puede sugerir colocar tubos de ventilación en los oídos de tu hijo para que no se acumule líquido. En algunos niños, el líquido puede permanecer en el oído medio mucho tiempo después de curada la infección. Este líquido no solo puede generar una nueva infección, sino que también puede ocasionar una pérdida continua de la audición, que puede interferir con el desarrollo del lenguaje. “Si tu hijo ha tenido cinco o seis infecciones en un año o ha tenido líquido detrás del tímpano durante más de tres meses, es posible que sea beneficioso colocar tubos en los oídos”, opina la Dra. Friedman.
¿Se pueden prevenir las infecciones de oído?
No hay garantías, pero puedes tomar los siguientes pasos para disminuir las posibilidades de que tu hijo termine en el consultorio del médico.
- Los estudios demuestran que alimentar a tu hijo exclusivamente con leche materna durante seis meses puede protegerlo.
- No fumes y aléjalo del humo del cigarrillo. “El humo del cigarrillo paraliza los pequeños vellos que recubren las trompas de Eustaquio”, explica la Dra. Friedman. “Cuando esto sucede, la mucosa no se mueve fuera del espacio del oído medio, lo que incrementa el riesgo de una infección”.
- Vacuna a tu hijo. Un estudio de 2007 publicado en la revista Pediatrics analizaba los efectos de Prevnar, una vacuna que protege contra la bacteria neumocócica, que puede ocasionar infecciones de oído, meningitis y otras enfermedades. El estudio indicó que Prevnar ha ayudado a reducir la cantidad de bebés y niños pequeños que desarrollan infecciones de oído frecuentes. “La vacuna es eficaz solo para ciertas cepas de bacterias que ocasionan las infecciones de oído, por lo que no es infalible, pero es una muy buena idea”, aclara la Dra. Friedman.
- Si puedes, evita las grandes guarderías. Los niños que van a la guardería tienden a tener más infecciones de oído que aquellos que no lo hacen. “Si es necesario que vaya a la guardería, cuantos menos niños haya, mejor”, aconseja la Dra. Casselbrant. Después de todo, si tu hijo está en contacto con muchos niños, es más probable que alguno tenga un resfriado u otra enfermedad que pueda contagiarse.
- No dejes que tu hijo beba de un biberón o de un vaso para bebé mientras está acostado. “Cuando tu hijo beba, su cabeza debe estar más alta que el estómago para que el líquido no fluya desde las trompas de Eustaquio hacia el oído medio”, describe la Dra. Friedman.
- Toma precauciones contra las alergias. “Si crees que las alergias podrían ser la causa de las infecciones de oído de tu hijo, sé proactiva y retira de tu casa la mayor cantidad de artículos alergénicos que puedas”, sugiere la Dra. Friedman. Por ejemplo, no permitas mascotas en el lugar donde duerme tu hijo, mantén los cuartos donde pasa más tiempo libres de polvo, en lo posible, y opta por ropa de cama sin plumas o plumón.
¿Cómo puedo disminuir el dolor de la infección de oído de mi hijo?
Para disminuir el malestar que tiene tu hijo por la infección de oído, es posible que tu pediatra recomiende paracetamol o ibuprofeno. Evita las gotas para el oído de venta libre, a menos que tu médico las recomiende, ya que pueden ocasionar daños permanentes si el tímpano de tu hijo está perforado. “También evita subirte a un avión si tu hijo tiene una infección de oído, porque el cambio en la presión del aire puede incrementar el dolor de forma significativa o incluso romper el tímpano”, recomienda Ellen M. Friedman, MD.
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