30 cosas a las que no das importancia y lo son todo para tu hijo
Por Editores Ser Padres
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- Llevar ese collar de macarrones al trabajo. Bueno, al menos hasta que salgas por la puerta de casa.
- Escribir un mantra o eslogan familiar (“¡Imparable!” o “¡podemos y podremos!”) y pegarlo en la nevera, para recurrir a él siempre que tu hijo esté desanimado.
- Pasear con cada uno de tus hijos por separado.
- Meter a escondidas una nota (y ocasionalmente un poco de chocolate) en la bolsa del lunch.
- Construir tu propio mundo de Minecraft, paralelo al suyo.
- Decir ocasionalmente ‘sí’ a algo que esté fuera de los límites, como sentarse en el carrito de la compra.
- Mostrar tanto entusiasmo como ellos en los parques de atracciones.
- Asegurarse que tus hijos ven cómo tu pareja y tú hacen las paces, tras haberse peleado en en frente de los hijos
- Cuando las habitaciones de los pequeños luzcan como si fueran el resultado de un tsunami, cerrar la puerta y continuar con tu día. Aunque solo lo hagas de manera excepcional.
- Visitar o charlar con la abuela de vez en cuando. Si viven en distintas ciudades, hacer una sesión de skype es una buena opción.
- Permitir a tu hijo dejar una actividad extraescolar, si lo ha intentado de veras pero le produce ansiedad o no es feliz. No merece la pena.
- Dejar que tu hijo de 4 años salte sobre cada charco de camino a casa. ¡Incluso si no lleva puestas las botas de agua!
- Coger la purpurina y el pegamento, y elaborar una tarjeta de cumpleaños para tu pequeño. ¡Seguro que él te sorprenderá con los regalos para el Día de la Madre!
- Acoger una mascota que necesite un hogar y el amor de un niño.
- Darle la oportunidad a tu hijo de defenderse cuando esté peleándose con otros niños, antes de intervenir.
- Posponer la rutina de preguntar a tu hijo cómo fue su día, si vuelve del colegio cansado y gruñón. Siempre puedes introducir el tema a la hora de cenar.
- Establecer rutinas y tradiciones propias: tacos los martes, película y palomitas los viernes, paseo al parque los domingos por la mañana.
- Pedir a tu hijo que te enseñe a hacer algo. Cuando adquieras destreza, no te olvides de hacerle saber a tu pequeño lo buen profesor que es.
- Dejar que tu pequeño se ponga sus mejores galas, o disfraz, para ir al supermercado. Y que lo haga durante todo el mes, si quiere.
- Asegurarte que, de vez en cuando, tu hijo te escuche cuando estés hablando bien de él.
- Manteneros despiertos para ver la luna llena. Habrá una el 27 de octubre.
- Imprimir sus fotos de bebé. De esta manera, cuando estén crecidos, tendrán algo físico para recordar sus primeros años.
- No tener prisa a la hora de decirle a tu hijo que lo deje pasar. Si tiene que enfadarse, que lo haga.
- Cocinar tortitas con forma de corazón para el desayuno. ¡La dieta saludable no lo es todo!
- Poner música, de repente, cuando tu hijo esté haciendo las tareas y tengan los dos una minifiesta en el salón.
- Inventar un saludo familiar secreto. (De esos con giros de pulgares y palmadas inverosímiles).
- Colgar un corcho en la puerta de su habitación, donde ambos puedan poner mensajes.
- Comenzar una pelea de almohadas.
- Compartir con tu hijo fotos, diarios y anécdotas de cuando tenías su edad. De esa manera, se sentirá identificado con su madre.
- Agradecer a tu hijo cuando tenga algún buen gesto, por muy pequeño que sea. Por ejemplo, colgar la toalla de nuevo tras secarse.
Foto: Getty Images
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