¿Son seguros los edulcorantes si se padece diabetes?
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En absoluto influyen sobre los niveles de insulina. La sacarina, con un poder endulzante doscientas veces superior a la sacarosa, tiene un cierto regusto amargo que puede atenuarse combinándola con otras sustancias endulzantes. Resiste bastante bien las altas temperaturas y los medios ácidos, por lo que en nuestros países se usa mucho, tanto para endulzar yogures y postres lácteos como para todo tipo de productos dietéticos específicos para diabéticos o que se comercializan bajo el slogan genérico de “light” como bollería, turrones, etc. La sacarina no aporta calorías y no puede influir para nada en los niveles de glucemia, pues el organismo no la metaboliza.
En cuanto al aspartamo, está formado por la unión de dos aminoácidos, la fenilalanina y el ácido aspártico, y sí aporta calorías (4 cal/g), aunque no hidratos de carbono, pues sus calorías proceden de las proteínas. Pero, debido a que su poder endulzante es superior al del azúcar, se toma en muy pequeñas cantidades, por lo que el aporte calórico y el efecto sobre los niveles de glucemia es mínimo y prácticamente sin importancia. Es 900 veces más endulzante que la sacarosa, no posee ningún tipo de regusto y soporta bien un medio ácido, pero no resiste las altas temperaturas, por lo que no se puede usar para cocinar. Tanto la inocuidad de la sacarina como la del aspartamo han estado sometidas a dudas, y se ha especulado mucho sobre su efecto nocivo en la salud de los humanos.
No existen estudios concluyentes sobre sus posibles efectos perjudiciales para la salud, aunque algunos países, como Canadá, han prohibido el consumo de sacarina y en Estados Unidos se comercializa como el tabaco, advirtiendo que su uso puede ser perjudicial para la salud. En cualquier caso, en las cantidades usadas habitualmente para el consumo humano, tanto una como otro parecen estar fuera de toda sospecha de perjudiciales.
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