Meditación: técnicas y beneficios

 
 
 

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La palabra meditación, relacionada con el yoga, se originó en la India. Durante el siglo XIX los teósofos adoptaron la palabra para hacer referencia a las prácticas de recogimiento interior y contemplación propias de religiones orientales como el hinduismo y el budismo. La meditación se enfoca en la realidad del momento actual que en sus estados avanzados permite que la persona se libere de sus propios pensamientos e incluso establezca una conexión de carácter “divino”.

Practicada con regularidad, la meditación se convierte en un excelente mecanismo para superar el estrés y encontrar la paz espiritual, aquí te explicamos los pasos básicos si estás interesada en comenzar a practicarla:

Postura

Ante todo la postura debe resultarte cómoda, no habrá forma de meditar si estás incómoda o en dolor. Comienza por elegir una superficie semidura (un tapete o cobija delgada sobre el suelo) que te permita mantener una postura recta. Comienza por sentarte con las piernas cruzadas y en la medida en que avances puedes hacer la postura de cuarto de loto (con el pie derecho sobre la pantorrilla izquierda) y finalmente el loto (ambos pies sobre la pantorrilla opuesta). Debes mantener la columna vertebral y la cabeza rectas y permitir que tus manos descansen en frente de ti, la mano izquierda sobre la derecha. Mantén los hombros caídos y la cara relajada.

Respiración

La respiración debe ser voluntaria y no espontánea, debes poder controlar el ritmo de tu respiración y mantener el flujo del aire siempre a través de tu nariz. Mantén un ritmo pausado y regular de respirar.

Meditación

Inhala profundamente contando hasta 4, retén el aire por un conteo de 8 y exhala contando hasta 8. Mientras te concentras en el entrar y salir del aire, imagina un pequeño foco de luz brillante, como un mini sol, concéntrate sólo en ese punto y deja de lado todo lo demás que no tenga que ver con tu cuerpo y tu estado presente.

Es de suma importancia aprender a controlar tus pensamientos, que no deben ser de juicio (es decir deja de lado el bien el mal), descarta las preocupaciones y concéntrate de forma exclusiva en el ser que eres en ese momento. Claro, esto no es un estado que se logra de buenas a primeras, pero que te dará infinita paz en la medida en que lo vayas logrando.

Foto: Stockbyte

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