Felipe Viel: Carta a mi hija Celeste
Encuentra mucha más información pensada para ti
¡Síguenos en Facebook!

Celeste, tenemos que hablar. Algo le está pasando al tiempo que pasa muy rápido. Ha terminado el día de tu cumpleaños número 15. Ya todos duermen. Estoy recordando todo lo que hemos vivido en tus primeros 15 años. ¡Se me vienen tantas imágenes a la memoria! Por ejemplo, del día en que naciste. Yo temblaba de nervios. Quería que todo saliera bien. ¡Me quedé temblando por varios días! Durante los primeros meses, tu mamá y yo, nos equivocamos en la dosis de leche y engordaste como una pelota.
¿Te acuerdas que te dio por bailar? ¡Bailabas en todas las tiendas. Lo hacías a ritmo de reggaetón y tenías apenas cinco años! ¡Qué vergüenza!
He intentado ser un papá muy presente y aunque han sido años de mucho trabajo, he intentado hacer lo mejor. Desde que eras muy chiquita, para estar más tiempo contigo, te incorporé en mi mundo. Jugabas y corrías por los estudios de televisión. Cuando tenías siete años, fuimos a un festival en Dallas y repartías mis fotos. ¿Te acuerdas? Y a los once, ¡cómo olvidar cuando cantamos juntos en el programa y lo hiciste tan bien!
Hemos viajado , hemos vivido grandes momentos. Te he mostrado lugares majestuosos, bonitos, pero también has conocido realidades muy diferentes y algunas muy duras, como esa vez que pasamos Navidad en Haití, con cientos de niños de hogares muy pobres, junto a los militares chilenos.
Todavía tengo grabada en mi memoria tu cara de asombro en los campamentos de Haití. Tu risa nerviosa al ver tanta pobreza y tantos niños que te querían abrazar. Cuando regresamos, lloraste como 3 días seguidos porque te querías traer a todos los niños. Te preguntarás, ¿por qué hice todo eso, verdad?
Mira, a los hijos, uno siempre quiere darles lo mejor, pero lo mejor no siempre es lo más costoso, lo más cómodo, lo más fácil. Lo mejor es darte a conocer la realidad tal cual es, con lo bueno y lo malo. Solamente el hecho de conocer diversas realidades te permite apreciar lo que tienes. Así como también, también descubrir que hasta en esos lugares de tanta pobreza hay cosas lindas, familias unidas, niños felices, cuyo único juguete es una pelota de trapo. Vivir esas cosas te enseñan que en el fondo la felicidad no necesita tanto envoltorio, ni vestirse de gala.
Me acuerdo que cuando llegué a este país, me impresionaban las carreteras de 6 pistas. ¡Increíble! Para ti, que naciste aquí, la carretera siempre ha sido así. No lo aprecias tanto.
Estoy muy orgulloso de ti, de tu gran corazón. Aunque ahora me des un portazo en la cara cada vez que quiero entrar a tu pieza y a veces, prefieras estar con tu iPhone, iPod, iPad, etc. ¡A veces quisiera ser un “iDad”, creado por Steve Jobs! Pero entiendo que eso es parte de ser “teenager”… ¡Yo hacía lo mismo! Y tienes que saber que siempre voy a estar ahí, al otro lado de la puerta, para lo que necesites. Porque lo que uno siente por una hija o un hijo no necesita ser correspondido, no se pone a prueba, no entra en crisis. ¡Siempre está!
Por eso quiero darte unos consejos que quizás te pueden servir:
– Tienes un talento único, pero siempre recuerda que esta vida es 10% talento y 90% perseverancia. Y créeme que lo sé, porque soy de los que solamente tenía 10% de talento. ¡Y no voy tan mal!
-Atrévete siempre a soñar en grande, pero ¡cuidado! hay una alta probabilidad de que esos sueños sí se cumplan y debes estar preparada.
-Haz lo mejor que puedas siempre. Agradece a Dios todos los días y acuérdate siempre de devolver la mano. La vida es como un boomerang: lo que das, recibes.
-Seguro serás muy exitosa, pero más importante que eso es que busques siempre ser feliz. Y si quieres un secreto, eso generalmente se consigue haciendo felices a los demás.
Finalmente, hagamos un trato, quédate en los 15 años. ¿Te parece? No sigas creciendo. Yo sé que ahora no lo entiendes y solamente quieres ser grande, pero créeme que si pudieras detener el tiempo y quedarte en la edad que tienes, en el futuro, me lo agradecerías.
Te quiere mucho,
Papá
Foto: Felipe Viel
comentarios