Cambios en el cuerpo después de tener al bebé
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Por Jennifer Lang, de American Baby para parents.com
Tu cuerpo después del bebé
Cuando era pequeña, tenía el cabello tan lacio que necesitaba tres visitas al salón de belleza para lograr que se formaran las ondas de la permanente. Antes de llegar a los 30 tuve a mi primer hijo, y mi cabello perdió los estribos. Diez años y tres niños más tarde, todavía lucho con los peinadores, que me recuerdan que debo elegir estilos que funcionen con mis extraños rizos. Pero por el embarazo he sufrido bastantes más efectos colaterales que unos cuantos mechones descarriados. Mis pies son algo más grandes, unas líneas rojas apenas visibles atraviesan la región debajo de mi vientre (sin mencionar alguna información que no contaré sobre mis partes privadas). Pero, por cierto, no estoy sola en este barco bastante grande de los misterios del cuerpo después de tener un bebé. Con los años, cuantas más mujeres conozco, más me doy cuenta de que todas llevamos uno o muchos signos de embarazo de una forma u otra.
Los expertos admiten que la mayoría de los cuerpos femeninos sufrirán algún cambio: desde marcas en la piel hasta los pies agrandados, que salen de la nada durante el embarazo y se quedan durante mucho tiempo después de que el bebé va al preescolar. Cabe preguntarse entonces: ¿qué tienen el embarazo o el parto que estimulan estos cambios?, ¿hay algo que podamos hacer al respecto? Esto es lo que necesitas saber, de pies a cabeza.
Cambios en los senos
- La realidad: en muchas mujeres, los senos después del bebé son más pequeños y flácidos.
- El motivo: la idea general parece contradictoria, porque durante el embarazo la mayoría de nosotras lucimos escotes envidiables. Para el momento en que nace el bebé, los senos podrían tener el doble de tamaño que antes de concebirlo, gracias a que tu cuerpo los hace crecer para que produzcan leche. Toda esa presión provoca que se aflojen los ligamentos de Cooper, que van desde la pared torácica hasta los pezones y proporcionan sostén. Después del nacimiento, mientras tus senos estén ocupados en la producción de leche, se expandirán aún más. Pero apenas se detiene el abastecimiento de leche, sin importar si amamantaste o no, “los ligamentos quedan más sueltos y estirados, lo que hace que los senos se encojan y caigan”, sintetiza Gerald F. Joseph, M.D., director médico de servicios para la mujer en el Centro Médico Regional St. John, en Springfield, Misuri. Otros factores que se suman son el aumento de peso y la fluctuación hormonal.
- El alivio: existen algunos trucos cosméticos que puedes intentar. Para minimizar la flacidez, prueba hacer ejercicios de pesas para el pecho, que apuntan a fortalecer los músculos pectorales en la pared torácica, y asegúrate de usar sostenes con una buena estructura. Pero, si estás empeñada en volver a tener bellos senos firmes, la cirugía plástica puede ser el único camino a seguir.
Cambios en la piel
- La realidad: alrededor de la mitad de todas las mujeres embarazadas desarrollan marcas rosadas o rojizas llamadas “estrías” en los senos, las caderas o el abdomen. A algunas se les forma una delgada línea marrón que va desde el ombligo hasta el hueso del pubis, o manchas amarronadas irregulares en la frente, la nariz, el labio superior y las mejillas. Los lunares pueden parecer más grandes y oscuros y, en algunas mujeres, se desarrollan, en el cuello y axilas, diminutos colgajos de piel color carne llamados acrocordones.
- El motivo: las estrías se producen cuando las fibras elásticas de la piel se estiran y se rompen debido al aumento de peso. Si ya tienes algunas estrías del momento en que se desarrollaron tus caderas en la pubertad, es probable que aparezcan más cuando estés en la dulce espera. Y como las hormonas del embarazo aumentan en el cuerpo la producción de melanina, un pigmento que tiñe la piel, en algunas mujeres puede desarrollarse un cloasma (también llamado melasma o máscara del embarazo) en el rostro o una linea nigra, el oscurecimiento de la línea blanca, difícil de ver, llamada linea alba, que divide en dos la parte baja del vientre. La melanina también es responsable de alterar el aspecto de los lunares, y aparecen acrocordones por el crecimiento adicional de piel que puede producirse durante el embarazo.
- El alivio: la buena noticia es que todas estas marcas, manchas y líneas se desvanecen, aunque en algunas mujeres tal vez no desaparezcan nunca por completo. El aumento paulatino de peso puede reducir tus probabilidades de que se te formen estrías, y el uso de abundante protector solar puede ayudar a minimizar los cambios de pigmentación. Los lunares deberían volver a la normalidad. Si esto no ocurriera, visita a tu médico, ya que algunos cambios en ellos indican cáncer de piel. Los acrocordones desaparecerán, o el médico puede eliminarlos con facilidad.
Cambios en tus venas
- La realidad: para finales del embarazo, tus piernas pueden verse como un mapa carretero con todos sus detalles. Si ves venas azules, grandes y abultadas (que parecen ríos) en tus piernas, es probable que tengas várices. Si notas racimos de venas rojas, azules o moradas (más parecidas a las carreteras secundarias), que permanecen más cerca de la superficie en muslos, pantorrillas, rodillas y tobillos, lo que tienes son “arañas vasculares”. Dicho esto, ambos son fenómenos bastante comunes. “El 20 % de las embarazadas desarrolla venas varicosas y el 80 %, arañas vasculares”, informa Luis Navarro, M.D., director del Centro de Tratamiento de Venas de la Ciudad de Nueva York.
- El motivo: si bien se desconoce la causa exacta del problema, el embarazo es el mayor factor acelerante por sí solo. Una mujer encinta tiene un 20 % más de sangre en el sistema circulatorio para alimentar a su bebé en desarrollo. Dado que el 70 % de la sangre en circulación se almacena en el sistema venoso, esta cantidad extra aumenta la presión aplicada a las paredes de las venas, lo que puede abultarlas y oscurecerlas. Además, el útero crece y aplica presión sobre las venas pélvicas, lo que hace más lento el flujo de sangre desde las piernas al corazón. Eso puede dañar las diminutas válvulas que ayudan a dirigir el recorrido de la sangre en las venas, y provocar las arañas venosas. Las hormonas del embarazo tampoco ayudan: hacen que los vasos sanguíneos se dilaten, lo que aumenta la presión venosa y empeora todo el mapa carretero. (Y si tu mamá tuvo este problema, también podrías tenerlo).
- El alivio: por suerte, los problemas antiestéticos en las venas son tratables, pero eso depende en gran medida del alcance y la gravedad de la afección. Entre las opciones de tratamiento se encuentran: el uso de calcetas de soporte con compresión; escleroterapia, que implica inyectar en las venas una solución que las hace derrumbarse y reabsorberse dentro del cuerpo; y terapia láser, que sella las venas.
Cambios en caderas
- La realidad: muchas madres terminan con caderas más anchas.
- El motivo: no es tu culpa, aunque esto no es un consuelo cuando te ves como una salchicha dentro de tu traje de baño. Durante el tercer trimestre, las hormonas del embarazo hacen que se ablanden los ligamentos que mantienen la cintura pélvica unida, y eso permite que el canal de parto se ensanche durante el trabajo de parto y el alumbramiento. Además, al avanzar el embarazo y aumentar más de peso, se acumula más grasa en el exterior de tus caderas.
- El alivio: la redistribución de la abundancia en torno a la cintura puede controlarse con dieta y ejercicio. En cuanto a los ligamentos más flojos, se tonificarán con el tiempo, pero tal vez tu pelvis no regrese nunca a la forma exacta que tenía antes de que concibieras a tu bebé. Así que si pasaste de una talla 6 a una 8 de pantalones después de ser mamá, es probable que tengas que sonreír y aceptarlo.
Cambios en pies
- La realidad: si estás convencida de que tus pies crecieron durante el embarazo, no has perdido el juicio. Después del parto pueden estar más largos o anchos… o ambas cosas.
- El motivo: durante el embarazo, tu cuerpo retiene líquidos, lo que hace que se hinche el tejido blando que rodea los pies. Además, la hormona del embarazo relaxina afloja las articulaciones de tus pies y los hace expandirse, algunas veces en forma permanente.
- El alivio: aunque la hinchazón desaparece después del parto, es posible que no recuperes el tamaño de pies que tenías antes de quedar encinta. ¡Piénsalo como una buena excusa para comprar zapatos nuevos!
Cambios en la vejiga y los intestinos
- La realidad: según Guillermo Dávila, M.D., uroginecólogo de la Clínica Cleveland de Florida, en las ciudades de Naples y Weston: “Alrededor de la mitad de todas las mujeres que dan a luz por vía vaginal sufre una incontinencia temporal que dura varios meses”. Para algunas, la noticia es aún más desalentadora: alrededor del 25 % de las estadounidenses sufre incontinencia urinaria y fecal a largo plazo o un grave prolapso uterino (relajación de los ligamentos que elevan el útero a tal punto que el útero se cae dentro de la vagina).
- El motivo: la mayoría de los problemas de la vejiga se produce durante el parto vaginal, cuando los nervios y músculos del piso pélvico, incluidos la vejiga y el ano, se estiran y comprimen. El resultado es daño nervioso y muscular, lo que provoca pérdidas de la vejiga o los intestinos.
- El alivio: comienza a apretar… Los ejercicios de Kegel son indispensables durante el embarazo y después del parto para ayudar a conservar un buen tono muscular en el piso pélvico.
Si tu incontinencia urinaria se vuelve problemática, existe un dispositivo llamado “pesario” que puede usarse para sostener el cuello de la vejiga y reducir las fugas. Este dispositivo con forma de rosquilla es similar al diafragma y se inserta en la vagina, de donde se lo retira según sea necesario. No debería quedar colocado durante más de seis semanas por vez, y debería retirarse una o dos veces a la semana para limpiarlo. En casos extremos, pueden necesitarse medicamentos o cirugía para sostener la vejiga. En cuanto a la incontinencia fecal, las únicas opciones disponibles en verdad eficaces son los ejercicios de Kegel y la cirugía.
Cambios positivos
Las buenas noticias
Adivina… No todas las mujeres se quejan de los cambios en el cuerpo después de tener un bebé. Hay algunas mejoras imprevistas que podrías anticipar.
- Menos vello corporal: o sea, menos rasurado y depilación. ¡Excelente!
- Senos más grandes: ha ocurrido antes, y podría sucederte a ti.
- Piel más limpia: adiós a las manchas.
- Períodos más relajados: en muchas mamás primerizas, el ciclo menstrual ya no provocará los retorcijones que solía producir.
- Trasero más delgado: algunas mujeres que amamantan informan que adelgazan después de tener un bebé porque queman muchas calorías produciendo leche.
Foto: iStock
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