Trabajar desde casa, parte 2
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Cargaba con computadora a partidos de fútbol, clases de ballet y paseos escolares. Llegué a traducir un discurso presidencial disfrazada de bruja, entre fiestas de Halloween de mis dos hijos.
A pesar de siempre estar partida en dos o tres, agradecía la relativa flexibilidad de mi horario: podía echar ropa a lavar mientras hablaba con clientes por teléfono, trabajar de madrugada y cuidar a los chicos si se enfermaban.
Trabajar desde casa también permite moldear tu carrera a tus intereses y mantener el cerebro ocupado, según Leslie Truex, autora de The Work-at-Home Success Bible (Adams Media). Entre las desventajas: jornadas largas, cheques irregulares, la responsabilidad continua de producir, aislamiento social y dificultad para poner el trabajo de lado.
“Incluso para los más organizados, no es realista pretender atender a niños pequeños y trabajar a la vez”, indica Truex. “La mayoría de las mamás que trabajan en casa los mandan al jardín de infantes o contratan a alguien para que los cuiden”, agrega. Para mí, lo más difícil fue que a mis hijos les costaba entender que no siempre podía estar a su total disposición. Una vez que Lucas me pidió un vaso de leche y le dije que esperara unos minutos hasta que terminara una traducción urgente. Me contestó furioso: “¿Sabes qué, mamá? Ya es hora de que George aprenda a ser un poquito más paciente”.
Es que en su mente infantil, desde la Oficina Oval, el entonces presidente George W. Bush competía con él por mi atención.
Texto: Susana Bellido Cummings
Foto: iStock
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