Mamás y multitasking: hacer más sin perder la cabeza en el intento

 
 
 

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En mis intentos por dominar el arte del multitasking  –el malabarismo doméstico que a diario practicamos las mamás para atender nuestra larga lista de tareas– tengo éxitos y, cómo no, también fracasos. Una típica mañana de éxito es aquella en la que salto de la cama apenas suena el despertador y, en hora y media, me ducho, tomo desayuno, despierto a Emilie, le doy el desayuno, preparo su lonchera, pongo algo de ropa en la lavadora y, sin perder el ritmo, trepo a mi auto y logro llevar a la niña al preescolar, contenta y a tiempo.

Pero no todas las mañanas son así. Recuerdo, por ejemplo, aquella vez en que, tras irme a la cama muy tarde, me quedé dormida más de la cuenta y bajé desesperadamente las escaleras mientras terminaba de vestirme. Empecé a desayunar al paso, preparé ansiosa la lonchera de Emilie, puse leche a calentar en una olla, subí velozmente las escaleras, desperté a mi hija y, de pronto, empecé a oler a quemado. La leche había explotado, la olla estaba completamente chamuscada y la cocina eléctrica había sufrido un corto circuito. (continuado)


Además del susto y de la culpa (porque con conexiones eléctricas no se juega) aquel “pequeño” desastre doméstico me costó algunos cientos de dólares. Mirada con ojo constructivo la experiencia, sin embargo, me dejó buenas lecciones en cuestión de multitasking.

En primer lugar, he aceptado algo que está científicamente comprobado: nuestro cerebro funciona mejor cuando concentra su atención en una sola tarea. Entonces, dado que las mamás estamos generalmente obligadas a hacer varias cosas a la vez, he aprendido a evaluar mi rutina diaria y a establecer metas razonables (aunque una lo quiera hacer todo, el día sólo tiene 24 horas). A mí me ha servido mucho también corregir mi hábito de irme a la cama extremadamente tarde, en mi afán por avanzar con mi agenda de trabajo mientras todos duermen. Cuando una persona descansa lo suficiente está más alerta, se organiza mejor y evita situaciones de riesgo (como dejar olvidada una olla hirviendo), así que ahora trabajo más de día que de noche.

Además del descanso, hago ejercicio regular. Caminar, correr, fortalecer los músculos y proveer de oxígeno al cuerpo, contribuye a clarificar mi mente y a funcionar con eficiencia.
Buscar ayuda también es esencial. Contar con una red de soporte que incluya a la familia, amigos o servicios disponibles en la comunidad, aligera el peso de nuestra agenda.
Finalmente, sugiero un honesto acto de reflexión: mide tus capacidades y fuerzas y dale prioridad a lo que es realmente importante ahora que eres madre de familia. Si nos sometemos a un estrés constante -fruto de la desorganización, del cansancio, de una rutina insostenible o de la falta de una red de apoyo- lo que hará corto circuito no será la cocina sino nuestra cabeza y equilibrio emocional. Y ése sí que es un desastre doméstico de proporciones.

Paola Cairo es una periodista peruana que reside en Houston con su esposo e hija de 4 años. Para conocerla mejor, visita su blog Con Ojos de Mamá.

Foto: Dynamic Graphics

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