Hola, doctora Aliza | Catarros invernales
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Creo que mi hija tiene demasiados catarros ¿qué puedo hacer para que no le den?
A muchos padres les preocupa que sus hijos tengan catarros frecuentemente. Estadísticamente, los niños padecen un promedio de 7 a 8 catarros al año, entre los 6 meses hasta que terminan el jardín de niños, cuando entran a la primaria, el promedio de catarros al año disminuye a 5 a 6 al año y no es hasta que llegan a la adolescencia en que padecen 3 a 4 catarros al año en promedio, como los adultos. Algunos de estos catarros serán con fiebre.
Lo que sucede es que existen como 200 tipos diferentes de virus que causan catarro y obviamente los niños se van exponiendo a ellos a medida que van creciendo y están en contacto con otros niños y otras personas. La frecuencia de los catarros es mayor durante el invierno y si alguno de los padres fuma.
Mientras estén creciendo normalmente, no se preocupe.
Desgraciadamente no tenemos medicinas que acorten el catarro, sólo que ayuden con los síntomas. Los antibióticos ayudan si hay complicaciones como infecciones del oído, sinusitis o neumonía. Las vitaminas y los suplementos no ayudan a evitar los catarros.
Desde luego que es importante que coman una dieta saludable y que se laven las manos, que se cubran su nariz y su boca con el interior de su codo si no tienen pañuelo cuando tosen o estornuden y que se queden en casa cuando tienen fiebre. Un humidificador puede ayudar a evitar que se les resequen las mucosas.
Es importante descartar que no se trate de alergias en niños que estornudan constantemente y tienen o congestión o goteo nasal, especialmente en ciertas épocas del año.
Y sólo es necesario preocuparse si se sospecha que pueda tratarse de la influenza o gripe porcina (si no se ha vacunado al niño contra ella) y el niño tiene temperaturas muy elevadas o dificultad para respirar. O si está teniendo catarros recurrentes con retraso en su crecimiento e infecciones serias como neumonía, o ganglios linfáticos infectados o granos con pus.
Foto: iStockphoto
Por Aliza A. Lifshitz, M.D.
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